viernes, 7 de agosto de 2015

Doble luna.


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Cuando en el manto de la noche
tus besos me quitaban el frío,
el concierto de las olas en derroche
nos llenaba de efusión y brío.


Tus labios jugueteaban con  los caracoles
que hacías con mi lengua
a semejanza de los que tendidos cual faroles
estaban en la playa donde el amar no tiene mengua.


Los gritos de lujuria y de placer
se los llevo el silencio de la obscuridad
y la luna tu cómplice hasta el amanecer
te dio su canto con la mayor  serenidad.


Ah!   Luna hecha mujer
que me cautivas con tu vientre,
donde me haces cruel efervescer
dándome la gloria de todo lo que encuentre.


Los peñascos de la orilla de la playa
tienen escrita paginas de lunas de plata,
la una que desde arriba de lejos se soslaya
y la otra que con sus candores me mata.


Para que lo salada de la mar
se funda con el fuego de los versos,
y conjugue  en rojo el verbo amar
abriendo el fulgor de miles de universos…


Mientras el halo de la noche nos cobija
y yacemos febriles al borde de la playa,
tendidos bajo la luna que  nos ahíja
con mi luna y  sus fulgores de atarraya.  



Así pasan las traviesas horas
sin saber de nada a la distancia,
solo con la furia de los besos que devoras
Sintiendo del mar la dicha y su fragancia.







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