jueves, 13 de junio de 2013

Acuarela de amor.

Acuarela de amor.

Está amaneciendo y
yo se que estas ahí,
mujer nunca distante,
mujer que nunca veo,
como  una pintura
con el torso brillante,
con el rostro triste
porque no estoy contigo.

¿Qué tendrá que pasar
 para pintar otro lienzo,
donde un pincel
 con trazos claros,
 dé matices suaves
a mi pobre alma
 y una ráfaga de viento
nos devuelva la vida?

Mientras, yo seguiré
en la galería de nuestras obras
y cada quien pintará un cuadro
 que el otro no verá,
pero en el fondo de nuestras almas,
 que bello hubiese sido
 el pintar juntos un lienzo
de trazos infinitos,
con los colores del viento
 “para no morir jamás”.

Esa frase es tuya
y yo no puedo robártela,
 pues quedó grabada en mi alma
 como una aguada de amor.

 Tu amor y el mío
 que por sendas distintas
 se llevó la distancia,
 perdiéndose en ellas
las hermosas acuarelas
que plasmaron los besos                                         
en el mural de los tiempos. 

Gerardo B.  Gamboa.

   Septiembre 2010.
El más hermoso brillo matutino. I, I
                       I
Hay que bello amanecer  invade  nuestras almas
portando la alegría del canto de la vida,
se eleva lentamente más allá de las montañas
para  ir en brazos del sol  volando en lontananza.

Las aves en el jolgorio de sus nidos se levantan
para en feliz cortejo el alimento ir a buscar
pues las impele el crecer de sus hijos,
al abrigo del amor en el pecho maternal.

Es su llanto el que ahuyenta los luceros
para que el día entre de la mano de la aurora
tras el áureo sol que cantará sonoro:
¡arriba las aves, hay que trabajar!

Se siente el aire susurrar.
Una bandada de pájaros al alejarse,
 con sus alas abiertas hacia el cielo
parten  a fundirse en él al  remontar  el horizonte.

Y así…
Cada mañana una plegaria en su cáliz se deshoja,
 germinan de su vientre las ingentes alegrías
del sentirse vivo, plegado al abrazo de la tierra
y con el sol como guía comienza el despuntar.

                            II
Y en otras partes…

la risa de los niños en pos de la aventura
lentamente se inserta  en el ambiente,
en secuencia van perdiendo el calor del lecho
para con inmensa alegría jugar y retozar.
Cual estrellas fugases todo lo inspeccionan
dejando sus huellas por doquier,
sus manos pululantes todo lo bendicen
cual fulgentes Pegasos de este bello amanecer.

Como se oyen los arpegios de la vida,
los ruidos del fragor van en aumento
cada quien los produce e interpreta a su ritmo
y mirando al cielo comienzan su labor.
Aclara para todos por igual
en una corriente de frescura y armonía
que la tierra con dulce mano
obsequia a cada cual.

Sutilmente la luz invade las estancias
para entonar las voces del eterno despertar,
himnos de esperanza que a lo lejos se levantan
por todo el universo del orbe celestial.

           Gerardo B. Gamboa.

                 Mayo 2003.
El Viento.

    Es bello el viento que recorre el espacio besando nuestro rostro, llevando la frescura a todos los hogares,  para mitigar el calor producto de la fragua, en procura del alimento sostén de la vida.
     Recorre el aire  planicies enteras y montañas, a la nubes se remonta para empujarlas hacía donde hace falta la lluvia, para regar los campos que en aras del amor brindan alimento.
     Es el viento de frondosa capa, el que prodiga sus encantos frescos,  a los seres que pisan el torso de la tierra, el que atempera la piel de sus cuerpos y quita con caricias las gotas del sudor.
     Su rostro es transparente y su cara es bonachona, con una flamante sonrisa y unos ojos querendones, de pronunciados pómulos y piel nacarina. Con sus blandos brazos  impele  a caminar; su cuerpo es perlado y de ingente tamaño, con su espalda el calor recoge llegado el ocaso, para dar la brisa a los hombros cansados, que labran con esfuerzo en pro del porvenir.
     Sus manos esponjosas aúpan los insectos en su flirteo con las flores, para que les den el néctar e intercambiar el polen, tocando con sutileza las alas de los cortejantes, que a las flores con encanto les extraen sus néctares, flotando en el aire con la mayor sutileza.-
     De este modo  los frutos nacerán y sus aromas  el viento llevará, para que al comerse sus frutos los hijos de la tierra, el aire propague las semillas y así las estirpes de sus genes se esparzan por doquier.
     Así el aire, paseará su manto alegre por los rostros de las montañas y las faldas de las sierras, el remanso de los ríos, o en el ingente mar, ahora con fresca ráfaga que estremece de frescura la arboleda ò en forma de ventarrones, que impelidos por fuertes vendavales, pasan retumbando y ante el peso de su fuerza, todo lo estremecen y sacuden a su paso.  
     Es pues el viento el gran aliado de la madre tierra, en el retoñar de sus campos cual verdes vegas, pues transporta hasta los confines del tiempo y la distancia, el mensaje de la dicha  por labrar la campiña para luego sus frutos recoger.
     Así pues el viento del paisaje de las plantas es artífice sin par, esculpiendo en ellas el moblaje del gozo por labrar la heredad. 
     Es el viento el impulsador de todos los cambios, el que empuja la bujía del progreso a los mineros libertarios, hora en la mina de cobre para extraer los mensajes de paz de las canteras de la tierra, o desde el fondo del socavón de otros minerales, donde necesitan el oxigeno todos sus habitantes. 
     Vientos que acarician a todos con la gentil blonda propicia de su encanto, que se elevan  cual suspiros  al confín del horizonte, para llevar los pergaminos de las plegarias de los hombres, por un medio ambiente mas justo, apacible y placentero,  pues las demás especies que cohabitan este mundo, compiten entre si como lo manda la lucha natural, pero sin afectar el medio que a todos los sustenta y los cobija.
     Si se capta este mensaje de equidad, dulzura y armonía; se evitaría que fuese  profanado, procreando tempestades, en forma de huracanes, tormentas y tornados,  que con sus garras todo lo arrancan y destrozan, escribiendo la inconformidad divina en los senos expuestos de la tierra, por la rotura manifiesta del hilo natural que gesta la vida.
     Así el viento en paginas de excelsa brillantes, traza su mandato trasparente: “-Si siguen alterando el seno de la atmósfera, con contaminantes y hollines putrefactos, yo (Eolo) danzaré con las nubes, mis hermanas, y en concordia con la madre Egea, traeré una era de hielo que sobrevenga al orbe-“.    
     Mientras, portadas por  el viento, las nubes  llevan a todos en sus alas, para recorrer  espacios infinitos de fulgentes coloridos, en la esbeltez de la perfección de este globo celestial, para arrebatar siempre a todas las especies y guiarlas a donde la bonanza colme su necesidad.   
     Y así el cortejo de las nubes raudo sigue su marcha por las bitácoras de los lapsos,
para diariamente prodigar su más blanco retozo desde la carrosa de los céfiros, a todos los núcleos que habitan el vergel del ancho mundo, en la perdurable alba de las primeras relumbras del preludio madrugador...

S. Gerardo B.  Gamboa.

Septiembre de 2010. 
Deja  volar tu espíritu.

Deja  volar tu espíritu…
      Por los verdes valles y el cielo brillante azul, tachonado por las nubes que bellas se visten de tul…
      Para que se exprese en la delicadeza de un atardecer,  cuando el ocaso irradia al horizonte y se abre la acuarela momentánea,  en sus dorados, negruzcos y rosados matices, que señalan que el  manto de la noche se despliega por doquier…
      Permite que la brisa te sonría, que el cielo esmalte en ti sus mejores cuitas y recibe con alborozo el ingente mensaje de la montaña, desplegada  en la inmensidad del abanico que se abre en la mirada…
      Pues los verdes valles te abordan con su gentileza, dándote todo lo que  de  su vientre germina,  para que nutras  cuerpo y  mente  y  de mil sabores  te  sacies…
      Y el cielo con su inmensa bóveda te cubre y te acaricia, silbando con sus labios el viento,  dejando sus versos y  susurros en  la tierra que pisas,  parea que ni el calor ni el frio te agobien y todo a tu alrededor sea un  crisol de paz…
      Donde las nubes son los níveos carros,  que al iluminar tus ojos llevan los caudales del agua allá donde hace falta, para calmar la sed de los campos, a fin de asegurar la vida y brindar la frescura que requiere el fragor de los caminos…
       Consiente que el agua te de su esencia vivificadora y que te cubra con su torso cristalino, hasta que no puedas respirar, para que al salir a la superficie  y tomes aire, te vuelvas a sumergir en su seno y aprecies el manantial del encanto, que corre libre y vibrante por sus venas…
      Con las manos abiertas recibe la energía que rebosa  al horizonte y agradece a cada instante “este milagro de vida”…

Gerardo B. Gamboa
13 de febrero de 2011.


Caminante.

                                                  Caminante.

     Tras las piedras buscaba su destino, andaba por sendero incierto como todo caminante  que busca en la brecha, el alivio del recuerdo y un crepúsculo que le permita progresar.

     Peregrino, tras las huellas el pasado se queda en el ocaso  y  al frente se extiende el alba con el futuro y la oportunidad. Trasiegas en un mundo virgen que aun no se ha sido trastocado por el embate del progreso. Que bajo tu pie siga incólume la gracia de la hierba.

    Las piedras, los tallos de los arboles, el trino de los pájaros, todo lo acompaña en su trayecto con la vida acuestas, pues si falla y  en el camino queda, de todos modos lo absorberá la tierra y partirá así a la eternidad. La trova de tu vida se escribe con tus pasos y al terminar la diaria jornada, estarás más cerca de tu meta y de la realización de tus designios.

    Que el sol, la luna, las estrellas, el viento, las gotas de la lluvia,  las hojas de las plantas  y  el contorno del terreno, te guíen y te complementen siempre.  El sol, luz infinita impulsadora y constante; la luna su audaz compañera nocturna que muda su rostro a lo largo del viaje.

     Las estrellas vibrantes compañeras, que al contarlas nos alejan los problemas. El viento amigo, alado y frio,  que nos enjuaga las gotas del sudor mientras nos refresca con su abrazo,  la danza de la lluvia, el más preciado don que ofrece la senda, pues  nutre por dentro y por fuera, calmando la sed y drenando la fatiga.  Cuando arrecia, nos impele a buscar un refugio donde guarecer.

     Es indispensable su cristalino contacto para calmar las gargantas afligidas.  La lluvia en demasía causa inundaciones, tal como si la atmosfera  recordase lo importante que es, el  preservar el decoro para la tranquilidad. Las hojas de las plantas aluden los sueños ya cumplidos y las historias ya contadas; el perfil del terreno, la dificultad que hay   que vencer, el destino a doblegar.
  
     Son estos los amigos que le brinda el follaje a la cadencia de tus pasos. Que tus pies se hallen en un valle de descanso sin igual, donde alcances ese horizonte que arpegie tus anhelos y cada uno de tus sueños se haga libertad.

     Todos somos caminantes   cada sol de nuestros días.

Gerardo B. Gamboa.

Octubre 2010.
Accidente aéreo.
     Una pareja abrazada  en su amor,  a lo lejos veía como el humo salía  de lo que fue  la avioneta que a sus padres traía,  para celebrar  su matrimonio con toda la  algarabía.
     Las penas y las alegrías viajan juntas en un  mismo carrusel y es cuestión de tiempo para que el alma se inunde de dicha ò se suma en el más denso de los llantos,  según el clarín que silbe al horizonte…
     Las adversidades  y los regocijos saltan a cada paso, lo que ayer iba a ser marcha nupcial, hoy es réquiem de un funeral, según el redoble del tambor…
     Las sirenas de las ambulancias estremecen a lo lejos.  Las grúas y los carros bomberiles,  cual llameantes acuarelas,  relumbran   la distancia.
     Ayer el corazón gozaba,  hoy se compunge ante el peso de los hechos.
     La dicha y la tristeza son partes de nuestro corazón. Todo depende de los ropajes de oropel con los que se atavíe el  destino.
     Son  matices   de  arcoíris que engalanan  la montaña.
     Ayer la alegría a una novia le inundaba el pecho, hoy el llanto a una huérfana  le colma los ojos.
     El huno negro que mana del lugar del siniestro,  es como  las plegarias que parten rumbo al más allá, llevándose todos los recuerdos y sus rizas,  a un mundo distante y pomposo, a donde todos  iremos al fin a descansar…
     La avioneta es el Pegaso que surca el denso aire,  el cual permite que los labios que se besan,  reduzcan las ansias en los brazos del tiempo.  Solo que en el ahora,  ante un contratiempo, yace desgarrado en el medio de la pista.
     Y ellos,  trémulos espectadores, son los juguetes indemnes de los acontecimientos.  Ayer se  regocijaban  llenos  de alegría planeando su boda.  Hoy se  postran  ante  las profundas grutas donde cohabita el dolor.
    Todo depende de  la careta que  arrostre el azar.

Gerardo B. Gamboa.

Martes 08 de marzo de 2011.