Deja volar tu espíritu.
Deja volar tu espíritu…
Por
los verdes valles y el cielo brillante azul, tachonado por las nubes que bellas
se visten de tul…
Para
que se exprese en la delicadeza de un atardecer, cuando el ocaso irradia al horizonte y se
abre la acuarela momentánea, en sus
dorados, negruzcos y rosados matices, que señalan que el manto de la noche se despliega por doquier…
Permite que la brisa te sonría, que el
cielo esmalte en ti sus mejores cuitas y recibe con alborozo el ingente mensaje
de la montaña, desplegada en la inmensidad
del abanico que se abre en la mirada…
Pues los verdes valles te abordan con su
gentileza, dándote todo lo que de su vientre germina, para que nutras cuerpo y
mente y de mil sabores te
sacies…
Y el cielo con su inmensa bóveda te cubre
y te acaricia, silbando con sus labios el viento, dejando sus versos y susurros en
la tierra que pisas, parea que ni
el calor ni el frio te agobien y todo a tu alrededor sea un crisol de paz…
Donde las nubes son los níveos
carros, que al iluminar tus ojos llevan
los caudales del agua allá donde hace falta, para calmar la sed de los campos,
a fin de asegurar la vida y brindar la frescura que requiere el fragor de los
caminos…
Consiente que el agua te de su esencia
vivificadora y que te cubra con su torso cristalino, hasta que no puedas
respirar, para que al salir a la superficie
y tomes aire, te vuelvas a sumergir en su seno y aprecies el manantial
del encanto, que corre libre y vibrante por sus venas…
Con las manos abiertas recibe la energía
que rebosa al horizonte y agradece a
cada instante “este milagro de vida”…
Gerardo
B. Gamboa
13 de febrero de 2011.
No hay comentarios:
Publicar un comentario