jueves, 13 de junio de 2013

Deja  volar tu espíritu.

Deja  volar tu espíritu…
      Por los verdes valles y el cielo brillante azul, tachonado por las nubes que bellas se visten de tul…
      Para que se exprese en la delicadeza de un atardecer,  cuando el ocaso irradia al horizonte y se abre la acuarela momentánea,  en sus dorados, negruzcos y rosados matices, que señalan que el  manto de la noche se despliega por doquier…
      Permite que la brisa te sonría, que el cielo esmalte en ti sus mejores cuitas y recibe con alborozo el ingente mensaje de la montaña, desplegada  en la inmensidad del abanico que se abre en la mirada…
      Pues los verdes valles te abordan con su gentileza, dándote todo lo que  de  su vientre germina,  para que nutras  cuerpo y  mente  y  de mil sabores  te  sacies…
      Y el cielo con su inmensa bóveda te cubre y te acaricia, silbando con sus labios el viento,  dejando sus versos y  susurros en  la tierra que pisas,  parea que ni el calor ni el frio te agobien y todo a tu alrededor sea un  crisol de paz…
      Donde las nubes son los níveos carros,  que al iluminar tus ojos llevan los caudales del agua allá donde hace falta, para calmar la sed de los campos, a fin de asegurar la vida y brindar la frescura que requiere el fragor de los caminos…
       Consiente que el agua te de su esencia vivificadora y que te cubra con su torso cristalino, hasta que no puedas respirar, para que al salir a la superficie  y tomes aire, te vuelvas a sumergir en su seno y aprecies el manantial del encanto, que corre libre y vibrante por sus venas…
      Con las manos abiertas recibe la energía que rebosa  al horizonte y agradece a cada instante “este milagro de vida”…

Gerardo B. Gamboa
13 de febrero de 2011.


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