jueves, 13 de junio de 2013

Caminante.

                                                  Caminante.

     Tras las piedras buscaba su destino, andaba por sendero incierto como todo caminante  que busca en la brecha, el alivio del recuerdo y un crepúsculo que le permita progresar.

     Peregrino, tras las huellas el pasado se queda en el ocaso  y  al frente se extiende el alba con el futuro y la oportunidad. Trasiegas en un mundo virgen que aun no se ha sido trastocado por el embate del progreso. Que bajo tu pie siga incólume la gracia de la hierba.

    Las piedras, los tallos de los arboles, el trino de los pájaros, todo lo acompaña en su trayecto con la vida acuestas, pues si falla y  en el camino queda, de todos modos lo absorberá la tierra y partirá así a la eternidad. La trova de tu vida se escribe con tus pasos y al terminar la diaria jornada, estarás más cerca de tu meta y de la realización de tus designios.

    Que el sol, la luna, las estrellas, el viento, las gotas de la lluvia,  las hojas de las plantas  y  el contorno del terreno, te guíen y te complementen siempre.  El sol, luz infinita impulsadora y constante; la luna su audaz compañera nocturna que muda su rostro a lo largo del viaje.

     Las estrellas vibrantes compañeras, que al contarlas nos alejan los problemas. El viento amigo, alado y frio,  que nos enjuaga las gotas del sudor mientras nos refresca con su abrazo,  la danza de la lluvia, el más preciado don que ofrece la senda, pues  nutre por dentro y por fuera, calmando la sed y drenando la fatiga.  Cuando arrecia, nos impele a buscar un refugio donde guarecer.

     Es indispensable su cristalino contacto para calmar las gargantas afligidas.  La lluvia en demasía causa inundaciones, tal como si la atmosfera  recordase lo importante que es, el  preservar el decoro para la tranquilidad. Las hojas de las plantas aluden los sueños ya cumplidos y las historias ya contadas; el perfil del terreno, la dificultad que hay   que vencer, el destino a doblegar.
  
     Son estos los amigos que le brinda el follaje a la cadencia de tus pasos. Que tus pies se hallen en un valle de descanso sin igual, donde alcances ese horizonte que arpegie tus anhelos y cada uno de tus sueños se haga libertad.

     Todos somos caminantes   cada sol de nuestros días.

Gerardo B. Gamboa.

Octubre 2010.

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